La Fiebre del caucho constituyó una parte importante de la historia económica y social de países con territorios amazónicos, como Brasil, Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador. Esta fiebre está relacionada con la extracción y comercialización del caucho. Tuvo como centro a la región amazónica, disparando su proceso colonizador, atrayendo riqueza y causando transformaciones culturales y sociales, además de dar gran impulso a ciudades amazónicas como Iquitos en el Perú, Belém do Pará en Brasil y en especial la ciudad brasileña de Manaus, hasta hoy la principal ciudad amazónica y capital del Estado de Amazonas.
La fiebre del caucho vivió su auge entre 1879 y 1912 experimentando, tiempo después, un renacimiento entre los años de 1942 y 1945. El descubrimiento de la vulcanización y de la cámara neumática en la década de los años 1850 dio lugar a una "fiebre extractiva del caucho".
Fiebre del caucho en El Perú
En 1885, empezó la época del auge del caucho (aunque su explotación se realizaba ya desde tiempo atrás), producto cuya exportación aumentó año tras año hasta 1915, en que se registraron 3.029 toneladas métricas. Esta bonanza no volvería a repetirse. Iquitos experimentó durante aquellos años un auge y una prosperidad sin precedentes, bonanza que también alcanzó a otras ciudades como Tarapoto, Moyobamba y Lamas. Los patrones derrochaban el dinero que habían ganado y construían lujosas viviendas para las que importaban materiales desde Alemania y otros países de Europa. Se impuso la moda europea y los caucheros vestían con las mejores telas y bebían los más finos licores. Muchas de las construcciones que aún se conservan en Iquitos dan testimonio del efímero período de abundancia y de improvisadas fortunas que, al final de cuentas, se esfumaron con la misma facilidad con que se habían formado a costa de tantas vidas, abusos y sacrificios.La fiebre del caucho en el Perú, está teñida de sangre y pólvora, de gloria y abusos. La historia del caucho en el oriente peruano configuró el territorio actual y abrió los ojos a la administración de los gobiernos de turno, que poco o nada daba por esas extensas regiones verdes. Aquella época es posterior a las expediciones que llevaron a los conquistadores a ubicar el mítico El Dorado o un Paititi que encerraban incalculables tesoros; es también posterior al afán evangelizador de los misioneros que se internaron en la Amazonía para fundar centros poblados y "civilizar" a los "salvajes". El explorador que entró a la selva para extraer el caucho a fines del siglo XIX lo hizo con una imaginación libre de utópicas ciudades cubiertas de oro y sin una Biblia que justificara sus empresas.
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