lunes, 11 de marzo de 2013

Así será la escuela del futuro (si no desaparece antes)

“Las nuevas tecnologías ofrecen una personalización que el antiguo sistema –todo el mundo leyendo a la vez el mismo libro– no era capaz de ofrecer”. Fue el escritor futurista Alvin Toffler el que pronunció dicha aseveración la pasada década, en una entrevista para la revista Edutopia. Toffler iba aún más allá y aseguraba que las formas de aprendizaje están condenadas a la evolución si no queremos que el hombre sea superado por la tecnología que él mismo ha creado.
 El autor de La revolución de la riqueza (Debate) apostaba por el “cierre de la escuela pública” en Estados Unidos y la proliferación de las charter schools (algo así como centros concertados) que, financiadas por dinero público, gozan de una amplia independencia en sus decisiones y programas educativos.
Toffler enunciaba en su intervención algunas de las características que los expertos en educación aseguran que marcarán el futuro inmediato de la educación y que, obviamente, se topan a diario con muchos problemas logísticos y de financiación. Escuelas abiertas las 24 horas del día, compatibilidad del trabajo de los profesores con otras dedicaciones, programas educativos integrados en diferentes disciplinas, experiencias educativas personalizadas….
En definitiva, una flexibilidad que caracteriza a esas charter schools y que, señala el escritor, ya no responde, como en el pasado, a las necesidades de una sociedad industrial que había perfilado la escuela tradicional, sino a las de la sociedad del conocimiento en que vivimos.

Innovación tecnológica y educación personalizada son seguramente los dos grandes pilares de la que será la educación del futuro, en la medida en que la situación financiera actual permita introducir estos cambios. Pero al mismo tiempo, se están produciendo ciertos movimientos de carácter mundial que cambiarán para siempre la forma que tenemos de adquirir conocimiento. Si no somos capaces de adaptarnos a los nuevos retos, alerta Toffler utilizando su habitual retórica apocalíptica, “estamos abocados a la catástrofe”. Quizá sea decir mucho, pero de lo que no cabe duda es que el panorama de la educación se está redibujando. ¿En qué sentido?
La globalización de las universidades. La tecnología puede ser la forma más sencilla de conectar lugares muy distantes entre sí, pero también se puede recurrir a la vieja estrategia de abrir una sucursal de los centros educativos más importantes en otros países. Es lo que hizo la Harvard Business School al ofrecer diferentes programas educativos en la India basados en innovación o management estratégico, con el objetivo de captar a los que serán los grandes emprendedores de esos países emergentes. Como señalaba Ben Wildavsky en The Great Brain Race: How Global Universities Are Reshaping the World (Princeton University Press), no solo hay tres millones de alumnos que cursan su educación superior fuera de sus países de origen, sino que en urbes como Abu Dhabi o Singapur están abriendo sus puertas nuevos centros educativos que pronto competirán con las universidades anglosajonas más importantes.
La realidad aumentada, el arma definitiva. No hace falta volver a incidir en el papel clave que la tecnología puede jugar a la hora de conseguir que una nueva generación de nativos digitales se interese por los contenidos de cada materia, así como para que sus padres mantengan una relación con los cuerpos docentes. Es decir: adiós a los libros físicos, hola a los ejercicios online, a las tutorías con los padres a través de la red, a los videojuegos sobre los contenidos impartidos, a las simulaciones virtuales… A todo ello hay que añadir el concepto de “realidad aumentada”, una tecnología que cada vez aparece con más frecuencia en los centros educativos y que ya no sustituye el mundo real por otro virtual, sino que complementa la percepción del primero. Por ejemplo, a través de la reconstrucción en tres dimensiones de escenarios históricos o de simulaciones que permitan a los alumnos llevar a cabo determinadas actividades peligrosas –por ejemplo, relacionadas con la tecnologías– sin poner en riesgo su integridad física. •Una educación online gratuita. En los últimos años han proliferado iniciativas que, a un bajo precio o incluso de forma totalmente gratuita, permiten a los alumnos acceder a contenidos y clases magistrales de profesores de primera fila que en el pasado sólo unos pocos podrían haber disfrutado. Uno de los ejemplos más llamativos de esta tendencia que se ha dado en llamar MOOC (Massive Online Open Courses), es el de Coursera, que ofrece cursos de universidades como la de Princeton o Stanford de manera totalmente gratuita. ¿La contrapartida? Que sus títulos aún no tienen validez, lo que abre la puerta en el futuro al fin de la llamada “titulitis”, donde lo importante ya no es tanto dónde se ha estudiado o la titulación que se posee como las capacidades que uno haya sido capaz de obtener durante su formación.
Francia, la gran apuesta universitaria occidental. En un momento en el que las universidades inglesas se encuentran en el punto de mira después de aumentar sensiblemente el precio de sus matrículas, provocando que sólo las clases más adineradas puedan acceder a ellas, quizá el viejo sueño de Nicolas Sarkozy de convertir a Francia en la gran referencia educativa se cumpla. Bajo el nombre de Initiatives d’Excellence (Idex), el ambicioso proyecto se ha propuesto crear “de cinco a diez centros multidisciplinares” en Francia que se constituyan como el principal conjunto de universidades del Viejo Continente, la contrapartida europea a la Ivy League americana. Una inversión de alrededor de 7,7 mil millones de euros apoyará los ocho proyectos ganadores, anunciados entre 2011 y el pasado mes de febrero de 2012: A*MIDEX (Marsella), IPS (Isla de Francia en París), IDEX BOURDEAUX (Burdeos), PSL (París), USPC (París), SUPER (París), UNITY (Toulouse) y UNISTRA (Estrasburgo). François Hollande, por su parte, parece dispuesto a apoyar el proyecto, que ha sido criticado por partidos de izquierda como el Frente de Izquierda.
•¿El final del abandono escolar o su aumento exponencial? La educación online es un arma de doble filo en lo referente al abandono escolar. Los partidarios de la misma defienden que el acceso directo a la información sin salir de casa y el atractivo que esta puede tener para los niños más proclives al fracaso pueden provocar que sea la solución definitiva al creciente aumento del abandono educativo en primera en países como Estados Unidos. Sin embargo, está demostrado que la educación online favorece el abandono mucho más que la presencial, ya que no genera lazos psicológicos que sí aparecen cuando se conoce en persona al docente, se hacen amigos entre los compañeros o se genera una rutina diaria en la que se acude al centro educativo.
El retorno de la educación en el campo. ¿Nos espera una sociedad en la que los niños se encontrarán aislados en su casa, comunicados por una red infinita de ordenadores? Muchos educadores han reaccionado ante tal peligro apostando por el viejo concepto de la educación en el campo, especialmente en países con una gran tradición en este aspecto como Estados Unidos, Inglaterra, Australia o Nueva Zelanda, influidos por las ideas de pensadores como Henry David Thoreau o John Locke. En muchos casos, este tipo de salidas tienen como objetivo la concienciación sobre el medio ambiente, pero no únicamente: un estudio publicado en 1997 en el Review of Educational Research puso de manifiesto que este tipo de programas tenían efectos positivos muy evidentes en el desarrollo de las habilidades comunicativas, la capacidad de liderazgo y el autoconcepto de los alumnos.
  •La neurociencia nos dirá cómo aprender. Los avances en el terreno de la neurociencia resultan prometedores para el mundo de la educación, ya que cada vez sabemos de manera más concreto cómo funciona nuestro cerebro. Diversos centros se han puesto en marcha en todo el planeta para averiguar cuáles son los métodos más útiles de aprendizaje, como son el Centre for Educational Neuroscience en el Reino Unido o diversas iniciativas de la National Academy of Science americana. Se han llegado a diversas conclusiones en todos los ámbitos de la educación, pero en términos generales, se ha puesto de relieve la importancia de las emociones en el aprendizaje, el papel que ambos hemisferios del cerebro juegan a la hora de adquirir conocimiento y la existencia de modelos muy distintos de inteligencia.
El final del bullying. Hasta que a comienzos de los años noventa el psicólogo Dan Olweus utilizó el concepto de bullying para dar nombre a las conductas de agresión, física o psicológica, entre escolares, pocos se habían preocupado por las consecuencias que estos casos, muchas veces calificados como “meras chiquilladas”, podían tener en el desarrollo del niño. La concienciación de la sociedad sobre este problema ha provocado que gran parte de los países occidentales gocen de una mayor legislación sobre este aspecto, y los profesores gozan de una mejor preparación para afrontar estas situaciones. La virtualización de la enseñanza provocará que las agresiones físicas disminuyan, pero al mismo tiempo, que aumente el tan preocupante –por difícil de identificar– cyberbullying.
  •Una educación definida por las empresas. El proceso ya ha comenzado. Ante la constante queja de que el mundo educativo y el mundo laboral recorren caminos separados, el liberalismo económico ha defendido la idea de que la educación ha de adaptarse a la empresa, tanto para garantizar el futuro laboral de los estudiantes (dicen sus partidarios), como para obtener trabajadores ya adaptados a cada perfil demandado (dicen sus críticos). En ese sentido, leyes españolas como la de la Formación Profesional Dual, que favorece la participación de las empresas en la educación a través de convenios con cada centro, o diversas directivas de la Comunidad Europea, suponen un importante salto a la hora de que el modelo formativo se adapte al mercado.
La desaparición de la escuela. En última instancia, cabe la posibilidad de que el colegio, tal y como lo conocemos hoy en día, desaparezca. Algunos afirman que porque el centro escolar como tal desaparecerá, y la educación se trasladará a la esfera privada de cada hogar. Otros, porque anticipan la aparición de nuevos centros que no se destinarán únicamente a impartir clases, sino donde también los niños podrán realizar deporte, jugar con sus compañeros, comer, cenar, pasar su tiempo libre… En cualquier caso, lo que está claro es que, en un sentido u otro, los horarios de nueve a tres están mucho más cerca de extinguirse de lo que pensamos.
Fuente el confidencial

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